miércoles, 13 de octubre de 2010

Día 76: Desde el Pacífico, Felicidades mamá.

Supongo que no habrás pensado que me olvidaría. La verdad es que he perdido la cuenta numérica, lo que sigo sabiendo es que rondas los cuarenta y algo. Pero no me preguntes con exactitud, porque ya sabes que es algo con lo que nunca me he aclarado. La cosa no es esa, la cosa es que después de dieciséis años, este es el primero que no me levanto con una sonrisa de la cama, te doy un beso y te digo "felicidades mamá". Lo que aún extraño más es esconder el secreto de nuestro regalo con papá y ver como Pablo se las apaña solo para hacerse el original. No puedo recordarte nada de lo que hemos vivido para que te acuerdes de mí en este cumpleaños porque verdaderamente han sido muchas cosas. Más que con nadie. Muchas, tanto como multiplicar dieciséis por un millón. O más, no.. yo creo que más. Va rondando el infinito. El tópico de "mi madre es la mejor y cocina mejor que nadie" lleva de boca en boca generaciones y generaciones. Pero muchas veces no es más que eso; un tópico, una frase hecha. En mi caso no. Yo, por lo menos, tengo la suerte de poder presumir de ello. Pero puede que no me porte todo lo bien que debería. Puede que no haga todo lo que me pidas. Puede que haya hecho muchas cosas mal. Puede que no ayude siempre que pueda. Puede que no le haga caso a muchos de tus consejos. Pueda que invierta más mi tiempo en la calle que en ti. Pero, ¿sabes qué? Soy la mejor hija que nunca has tenido. Y que por supuesto, nunca tendrás. Además, te conozco mucho; demasiado diría yo, y sé que lo estás pasando mal, incluso peor que yo por tenerme tan lejos. Exactamente al otro lado del globo terráqueo. Y me imagino de sobra todo lo que extrañas mi alegría constante por la casa y mis quejas por culpa del examen de la profesora de blablabla. También sé que echas de menos entrar en mi habitación y no tener que decir "¿quieres sacar todas esas montañas de ropa de ahí y meterlas en el armario?". Ves, si al final si que hago un poco de falta en esa casa. Porque encima ya hace dos meses y medio que no nos gritas a Pablo y a mí por estar peleando; caray, sí que ha cambiado tu vida. Ahora hasta controlas más la tecnología que yo.. si es que, lo que hace una hija. Y por supuesto que te voy a decir que disfrutes este año, aunque sea sin mí, porque en menos de que canta un gallo ya estoy entrando en casa todos los días con una bolsa diferente de Zara. Además, ya sabes que estoy encantada de ir a recoger al aeropuerto de Seattle a las tres personillas que yo más quiero. Así que deja de darle vueltas, que nos conocemos. Esto llega a su fin, así que solo añadir que.. Muchísimas felicidades mami, pásatelo como es debido y disfruta. Porque sin duda tú te lo mereces más que cualquier otro. Y las dos lo sabemos.

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