jueves, 16 de diciembre de 2010

Día 140: "Time goes by so fast, this is not right!"

Ultimamente mi culo no para quieto un segundo, me salen los planes por las orejas. Jo, qué bien no? Como en España. El otro día te decía que la historia del sábado en Seattle era larga. En realidad es muy larga, pero creo que debería contarte la mejor parte del día. Fui a ver un musical en el centro de Seattle con mi organización. No empezaba hasta las 2, entonces ya pasadas las doce y media, el coordinador decidió que deberíamos ir a comer. Nos dirigíamos a un centro comercial en pleno centro, cuando llegamos allí dijo que solo teníamos 20 minutos para comer y que nos encontraríamos en la planta superior al lado de las escaleras mecánicas a la una y cuarto. Yo no estaba especialmente hambrienta, pero no era la única. Mis amigas la española, la georgiana y la turca se sentían igual. "Oye, que yo necesito ropa, por qué no vamos de compras?" soltó una de ellas. Y claro, ya sabes.. niñas, compras, Downtown Seattle.. sonaba bastante bien. Así que decidimos escaparnos del centro comercial en busca de tiendas. Sí, las más malas del distrito escapándonos jaja. Una vez fuera, solo creo recordarme diciendo "esto me lo conozco casi como la palma de mi mano, síganme señoritas". Tenían un poco de miedo.. yo creo que al principio no pusieron mucha confianza en mí. Qué cojones hace una española conociéndose como la palma de su mano el centro de Seattle; vale, no tiene sentido, pero.. era verdad, tantas veces he estado ahí que es demasiado familiar. Fuimos a un par de tiendas. Evidentemente, 20 minutos no dan para mucho. En cuanto llegamos a H&M, cada una se dispersó rapidamente, lo único que pude decir fue "en cinco minutos tenemos que salir pitando por la puerta, si no queremos que alguien se entere de que hemos abandonado el centro comercial". Me encantaría contarte detalle por detalle lo que fueron esos cinco minutos, pero creo que puedo resumirlo con la palabra caos. En menos de tres minutos, una de mis amigas apareció delante de mis narices con una pila de ropa. Yo pensé que era la rápida comprando, pero veo que estoy equivocada. Ya habían pasado cinco minutos y ni si quiera habíamos pagado. "Tenemos que irnos, no estoy de coña". La última pagando fue la de la pila de ropa, y por casualidad de la vida, le tocó la chica más lenta del mundo en el mostrador. Ya sabes, Ley de Murphy, suele pasar cuando vas a contrarreloj. Cuando por fin salimos de la tienda, mi velocidad corriendo era como la de Taylor cuando hace Cross Country. Not even kidding. El correr bajo la lluvia seattlelense entre los grandes rascacielos me hizo sentirme como en una peli, en serio, parecía de coña. Entre las calles perdí a mis amigas, bien. Seguí corriendo haciendo paradas bajo las entradas de Abercrombie y American Eagle para ver si las veía, pero nada. Al final las encontré en un semáforo al lado del centro comercial. Íbamos dos minutos tarde, entonces decidimos entrar por la parte trasera del centro comercial, más que nada para que nadie pudiera vernos. Llegamos, llegamos tres minutos tarde, empapadas, riendo a carcajadas, y metiendo las bolsas de ropa dentro de los bolsos. No me preguntes cómo, pero un par de botas cupo en mi bolso. Y bueno, que ahora que lo releo no mola tanto, lo guay fue vivirlo. La experiencia es lo que cuenta, como siempre. Una vez más, esta es una de las cosas de las que me acuerdo en un año y me rio sola.

(Picasso por las calles de Seattle)
La Gingerbread Party House del domingo estuvo llena de risas y.. candy. Joder, he quedado servida para el resto de mis días. Y tampoco es que comiera mucho, pero tantos kilos de dulces delante de mí no me hicieron sentir muy saludable. Eso sí, la casita está en la cocina muerta de risa, por lo menos decora algo, pero ya lo veía venir.
Y bueno, que a mis amigas y a mi nos apeteció celebrar un festín en pleno Lunch ayer. Fue uno de esos momentos en los que todo el mundo te mira. Al principio no sabes muy bien si porque estás haciendo el ridículo o porque están celosos. Cero fallo, estaban celosos. Acabamos dando el último pedazo de pollo que quedaba a los de la mesa de al lado. Fue como mi segundo Acción de Gracias, pero en miniatura.
Empiezo a desquiciarme, la caja de Navidad que mis padres enviaron lleva un día de retraso. Espero que no se la hayan quedado en las aduanas. Y no estoy de coña, llevo deseando la ropa de Zara y el turrón Suchard desde el domingo. Más le vale llegar. Normalmente tarda diez días, esto se va retrasando. Bueno, con tal de que llegue algún día soy feliz, pero antes del 26 por favor, no vaya a ser que me pille estando en Los Ángeles. Creo que estoy escribiendo de más hoy, no? Debe de ser que llevo dos horas tecleando un proyecto y ahora no puedo parar. El profesor de historia nos dio dos semanas para hacerlo, pero como ya sabes que América me está convirtiendo en una vaga, lo dejé para hoy. Siete malditas páginas sobre un Caso de la Corte Suprema. Tío, me tocan las narices, no voy a estudiar Derecho, esto es historia de Americana. Estoy harta de escribir, pero yo creo que esto está desenvolviendo mi capacidad mental, no estoy de coña jajaja. Por cierto, sabes esas magdalenas cubiertas con mil colores que aparecen en las películas? Me encuentro en proceso de hacerlas, mañana tengo fiesta en clase de Literatura y me toca llevarlas. Hay que ver como cambian las cosas, yo cocinando, tócate un pie.

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