miércoles, 8 de diciembre de 2010

Día 132: Mt. Baker no es los Pirineos, pero está bien, supongo.

Llego con retraso, lo sé, pero ya estoy de vuelta. Creo recordar que te había contado que iba a ir a esquiar. Bueno, el resultado.. lo puedes ver un poco más abajo. Pensé que sería terrible, pero cuando digo terrible es terrible. Normalmente se empieza a esquiar con seis años, no con dieciseis. Pero bueno, no estuve tan mal como esperaba. Las dos primeras horas me sentía algo frustrada al ver que niños de siete años me adelantaban por las bajadas más rápidas. Lo gracioso es que yo me sentía en la llama. Supongo que eso forma parte de "ahora te tienes que reir de ti misma". Para mi sorpresa, no me cai setecientas veces, aunque probablemente sí siete. Pero no te preocupes, sigo viva. Todavía me cuesta entender como fui a esquiar con cinco horas de sueño en el cuerpo, y es que la fiesta del sábado se alargó un poco más de lo esperado. En definitiva, que espero que no pase mucho tiempo para volver de nuevo. Creo que todavía sigo con agujetas, aunque no sé si se deberá a eso o a las horas de gimnasio con las más locas de la city. Creo que cada día me lo paso mejor, en serio te lo digo. Por cierto, hoy creo que he conseguido el record de saludar a gente en un pasillo de 20 metros. "No sabía que ya conocía a toda esta gente" pensé. Joder, si es que lo que puede cambiar tu vida en tan poco tiempo. En fin, tu vida y lo que no es tu vida. Mi acento no es lo que era. Hoy recibí una de esas llamadas del otro lado de las montañas, de East Wenatchee, de esas que me hacen sonreir. Bárbara y yo acabamos con la frase de "Dude, what happened to your portuguese accent? Are you living in the US or in Madrid? Madrid, of course". Lo que oyes, me acabó diciendo que mi acento no era lo que era, y creo que ambas lo notamos: parezco un poco madrileña, solo un poco. Mañana vamos a elegir el árbol de navidad, sí.. los americanos no son como los europeos que guardan un árbol falso en su trastero durante años. Aquí lo eligen y lo cortan ellos mismos. Cuando se lo conté lo nuestro les pareció lo más raro. Pero ya sabemos todos que aquí los raros no somos nosotros. Y punto en boca.

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